Mi mundo
no es muy grande, cada cual tiene el suyo.
Mi mundo
es como la palma de mi mano,
en ella puedo mirarlo.
Mi mundo
tiene islas, y una memoria
como el océano.
No sé cuántos años tiene
mi mundo,
pero tiene las líneas largas,
y lugares llenos de gente,
nubes y objetos perdidos,
sueños como lluvia y rincones olvidados.
Por
mi mundo
cruzan aviones, y navegan barcos,
y niños que van en bicicleta
y viejos sentados en las puertas de las casas.
Tuvo suerte
mi mundo,
no vivió la guerra.
Mi mundo
está lleno de tesoros
de libros y fotos,
siempre desordenados,
y zapatos que colecciono, y sombreros
que siempre pierdo.
Tiene abrigos
mi mundo,
y nostalgias, y millones de deseos,
y esperanzas debajo de las piedras.
Mi mundo
viajó, un día
y se hizo grande,
y atrás quedaron las cajas cerradas,
las cartas
y los sombreros
olvidados en habitaciones vacías
que aún perduran como estaban
donde se cultiva el tiempo
con polvo, y sol
y lluvia en los cristales.
Viajó
mi mundo,
y se hizo grande,
cuántas calles, cuántas ciudades
cuánta vida derrochada,
mi mundo
fue sembrando sueños,
el tiempo habrá de cosecharlos.
Pero en
mi mundo
aún hay dragones
y circos con enanos, y princesas
y nenúfares, y príncipes a punto de croar,
y hechizados, y brujas hermosas
y piratas honrados.
Vuelve Jose Agustín, vuelve aquí
tan estimado,
y enséñanos
el mundo,
al derecho o
al revés,
con el lápiz en tu mano.
Lo encontré. Está muy chulo. Seguro que a él le gustaba.
ResponderEliminarMi mundo debe de ser aún más pequeño pero coincidimos en que la memoria es agua salada (la tuya un oceáno, la mía un mar...). Te dejo enlace de prueba aún a riesgo de que esto parezca un partido de tenis... ;)
http://dameunatregua.blogspot.com/2008/07/la-memoria-y-el-mar.html