lunes, 11 de julio de 2011

Yuxtaposición

  Asumo de nuevo mi coartada, osease mi vida, mi silencio, mi tarde, mi tristeza. Regreso de la vida, aturdido aún por una lucha interminable, y feliz sin embargo enseño mi colmillo.
  Regreso a reinventarme, regreso a esos ojos invisibles que me escuchan, que me leen con la muda comisura de los labios, regreso al corazón que late adentro de tu pecho y a mí me da la vida, y un rostro, y una historia más real incluso que estos dedos que te narran, que me narran, que proyectan mi futuro en tu cabeza, que me hacen por un instante casi ubicuo e infinito, y sólo tuyo. Y así, sutilmente, ya no soy yo el dueño de estas letras, de este susurro batiente de palabras, ya no escribo yo, ya eres tú la que me vives, ya eres tú la que proyectas en mí tu propio sueño, ya soy todo yo tu pensamiento, tu deseo, tu silencio, tu tarde, tu esperanza y tu tristeza. Ya eres tú la dueña, la diosa inmortal, la ubicua, la infinita.
  Pero he de volver, una vez más a la coartada y a la tarde, y seré yo entonces quien te libere de tanta eternidad, y volverás a ser mortal, y yo tan sólo estas palabras.