domingo, 21 de marzo de 2010

Camino

Hoy vuelvo a mirarme en el espejo de mis zapatos sucios, me muerdo los dedos otra vez, repaso el desgarrado fondo de mis bolsillos, paso revista a mis miserias, y me beso con amor la herida. No recuerdo exactamente qué quedó a un lado del camino. Me late el corazón. Levanto la mirada, escudriño el horizonte, y sigo.

sábado, 6 de marzo de 2010

Incluso la fiebre

La fiebre atenúa la luz, brinda oscuridad a los ojos, como un tenue velo de lluvia o niebla, como la borrosa imagen de una lágrima. La tarde alarga su sombra, que se abate sobre los tejados y las cabezas, las luces comienzan a brillar, y brota el neón equívoco de los sueños. En el interior de las casas los ecos crecen, y el silencio se condensa en las estancias, mientras por los pasillos cruzan fugaces y solitarios los murmullos de islas ausentes, señales de vida en duda, urgencias que laten. El tiempo es cuestión de los relojes, de las muñecas y las agujas, de los ojos, de los labios a punto de romperse, de las miradas a la deriva de la luz, de las manos entrelazadas y sin anillos, de las venas trémulas y enviudadas, de los goces y los aullidos, de los perros también, de la voz callada, de la lengua y su carne húmeda, del sexo y la tristeza, de la risa loca, del sentir sentir sentir, de lo invisible, de lo que no se toca, del cielo ausente, de sus frágiles e impotentes dioses, y de los muertos incluso: el tiempo, el tiempo y la tarde, y la fiebre y la lágrima, de los muertos incluso.