lunes, 25 de octubre de 2010

Digresiones (en el silencio)

  Es tarde, muy tarde, tan tarde que quema la tarde, ardiente y roja, como un alma a punto de incendiarse.
  Es noche ya, y un silencio que no se interrumpe por nada, y una oscuridad que se parece a la muerte o a algo llamado desconocido. Y siempre tú, y yo, y todo lo que no existe pero forma parte de nosotros, todo lo que la vida nos hizo sin darse cuenta, todo lo que somos pese a tantas cosas, y por culpa de tantas otras.
  Estas palabras, palos de ciego entre la luz y el sueño, entre la vida y la nada; la angustia de ser en una sola palabra.
  Siempre esta espiral que se perpetua en su crecimiento estancado en una sola tarde, aquella desconocida tarde de una infancia de la que ya casi todo es inventado, y sin embargo es el único mapa del alma.
  La vida es otra cosa, una película proyectada en un cine a las afueras, en los arrabales de todo aquello que no se ve, más allá, mucho más allá de uno mismo.