martes, 13 de septiembre de 2011

Mariposas que arden

  El tiempo vuela, es más, los días y sus horas arden como mariposas alrededor de una eterna rueda de fuego. El pasado es ceniza, aromas que asaltan como fantasmas o tigres agazapados en un lugar cotidiano o anónimo, un reguero de fotos, recuerdos apenas que se dispersan en el aire y brillan por última vez a la luz del equívoco sol del presente, camino del olvido.
  Hoy en día el tiempo es una suerte de remolino oscuro, como esa pequeña corriente de agua que se perdía frente a tus ojos en el lavabo, por el desagüe de la infancia.
  El mundo está loco, podríamos decir. Pero hay locos mucho más cuerdos que el mundo.
  La incertidumbre está ya en el sabor del pan y la zozobra de los sueños.
  El miedo ya no es tan viejo como los cuentos.
  Quién sabe qué habrá de ser de nosotros, de todo lo bueno que nos hace y no se puede comprar ni pagar con dinero.
  Todo cambia, tan rápido, los días son mariposas que arden.
  Y tú me preguntas: qué hay de la poesía? Y yo me meto la mano en el corazón, y sólo puedo mostrarte esto.