domingo, 26 de diciembre de 2010

Otra vida

  Asustado y repentino desperté, encendí la luz, miré a mi alrededor, observé toda la habitación, escudriñé cada rincón en busca de algo que me fuera extrañamente familiar. Estaba solo. Me levanté, aún tembloroso, me dirigí a la ventana y descorrí la cortina, frente a mí la noche aún avanzaba sin prisas, y toda la ciudad y su emjambre de titilantes luces se desparramaba fantasmagórica y onírica hasta perderse en el horizonte y la absoluta oscuridad. El corazón me latía deprisa, mientras yo intentaba entender aquel lugar, aquel instante, aquella fotografía. Finalmente, me armé de valor y aún confuso, acepté el desafío. Sigilosamente me vestí, me enfundé una vieja cazadora, y llené una pequeña mochila con las pocas cosas que encontré y supe mías. Salí de puntillas de aquel piso, cerrando la puerta lentamente tras de mí, para no despertar a nadie. Me había equivocado de vida.


Felices fiestas a todos, y GRACIAS, siempre, por estar ahí ;)

lunes, 1 de noviembre de 2010

Nocturno Ave Fénix

  Tú que ríes, tú que besas, tú que amas; tú que eres una sombra chinesca en la noche anaranjada. Fantasma de la noche, esclava del amor en llamas, tú que estás más allá del miedo y la muerte, más allá de la desidia, más allá del abandono, más allá de toda la mortalidad que nos erige, sirena callada, que miras ausente, que rompes el aire a carcajadas, que bebes, que sueñas, que vives, que ardes como carne de cenizas que habrá de soplar el viento, como carne que no han de catar los gusanos. Tú que eres lo demente y la demencia, la cordura desmembrada, lo real que queda más allá de la piel y sus defensas, al fondo del silencio, en el último confín de la palabra que esconde la única verdad que late en la sangre que nos riega y nos engendra, en el sexo último, pájaro huidizo de sombra y deseo, onírico símbolo y realidad equívoca; yo te he visto, no lo dudes, yo lo juro, yo he escuchado tus pasos en la madrugada, y sé que existes, desvelado sé que pasas, te siento, como recorres mi piel en un escalofrío, fugaz figura en la ráfaga del coche que pasa, irredenta dama de la ciudad nocturna y de todo el universo que late desnudo, cuando tu infinito cumpla y tu hora llegue, sólo tú habrás de resurgir por encima de la colosal e incandescente pira de tu alma.

lunes, 25 de octubre de 2010

Digresiones (en el silencio)

  Es tarde, muy tarde, tan tarde que quema la tarde, ardiente y roja, como un alma a punto de incendiarse.
  Es noche ya, y un silencio que no se interrumpe por nada, y una oscuridad que se parece a la muerte o a algo llamado desconocido. Y siempre tú, y yo, y todo lo que no existe pero forma parte de nosotros, todo lo que la vida nos hizo sin darse cuenta, todo lo que somos pese a tantas cosas, y por culpa de tantas otras.
  Estas palabras, palos de ciego entre la luz y el sueño, entre la vida y la nada; la angustia de ser en una sola palabra.
  Siempre esta espiral que se perpetua en su crecimiento estancado en una sola tarde, aquella desconocida tarde de una infancia de la que ya casi todo es inventado, y sin embargo es el único mapa del alma.
  La vida es otra cosa, una película proyectada en un cine a las afueras, en los arrabales de todo aquello que no se ve, más allá, mucho más allá de uno mismo.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Una vez más

  La tarde se repite, inconclusa, laberíntica, espiral, renovada, interminable. La tarde y tu rostro. La tarde y tu cielo. La tarde y tus hojas. La tarde y sus ojos. La tarde y tú acá adentro, entre mis manos y mi pecho, la escarlata luz de vuestro sueño, de vuestra inquina, de vuestra esperanza ocupando el presente y mi vacío. La tarde y tú como amantes de un fuego marchito, de una estepa baldía, dueñas de un horizonte que no se alcanza, que no se acaba, que no perece cristalizado en mis pupilas, hombre de provincias, hombre pobre que aspira a la inmortalidad de la tarde, al ideal imposible de tus labios, tú que no habrás de existir nunca, y que no morirás sin embargo, hasta que este corazón lo haga, hasta que estos dedos no bailen, hasta que esta tarde interminable no nos lleve arrastrados por su penúltimo sueño.
  La tarde se repite, una vez más, tan sólo es eso.

martes, 7 de septiembre de 2010

domingo, 5 de septiembre de 2010

Frente a frente (borrador descartado de locura o muerte)

Qué me queda de ti, sumido en las simas de la tarde, bajo la sombra larga y su olvido alado, qué me queda de ti, en la caída desde el cénit al silencio inerme de la muerte, muerte de viejas luces, horizonte de palabras muertas.
Qué me ha de quedar de ti le pregunto a este espejo, muerte joven que a través de los años me persigues, de sueño en sueño, de cielo en cielo, de noche en noche, de árbol en árbol y voz a voz, sombra a sombra, beso a beso, grito a grito, palabra a palabra, a través del silencio y su desierto vivo, a través de mis ojos y su luz callada, caricia a caricia y odio a odio, a través de los ríos, las ciudades y las montañas, a través del secreto y de sus aguas, a través de la mentira y sus verdades, dolor a dolor, de amor a esperanza, de ciego a ciego, de golpe a golpe, de sexo a sexo, de jaula a jaula, de cordura a locura y viceversa, de ti a mí y a ti y a él y a mí de nuevo, de angustia en angustia, a través de las arterias, de venas a corazón, de sesos a uñas, de palabras, de palabras siempre, de segundo a segundo, de año en año, a través del ocaso y del alba, a través de todos y todos los mundos, a través de la nada, de la nada al infinito y al fin a mí, por mí de nuevo.
Muerte querida, muerte nacida conmigo y para mí, compañera de vida, amante absoluta, vieja amiga qué me ha de quedar de ti, me pregunto y te pregunto frente al espejo.

miércoles, 25 de agosto de 2010

La casa

Llegaste a la casa cerrada sin expectativas. La calle, sus aceras, sus árboles y fachadas eran tal y como las habías imaginado, con los mismos colores suaves pero vivos. El sol iluminaba oblicuo tu vereda y por entre las ramas hacía surgir tu sombra andante sobre las paredes. No hacía excesivo calor y sólo un puñado de transeúntes y coches animaban la escena. Tú caminabas sin prisa, observando cada detalle, paladeando y en definitiva disfrutando de un momento que nunca valoraste como algo más que un mero trámite más bien tedioso y gris. Al llegar te quedaste mirando por un momento la puerta sin pensar en nada, absorto en lo que bien pudiera parecer un sueño. De repente soltaste la maleta en el suelo y sacaste un llavero con una única llave reluciente de tu bolsillo izquierdo. De igual manera te la quedaste mirando por menos de un segundo con un atisbo de incertidumbre. Inmediatamente después y sin más dilación la metiste en la cerradura. Encajó a la perfección. Y giró, una y dos veces, mientras tus pupilas se dilataban discretamente. Al empujar la puerta tu estado anímico giraba en un limbo indeterminado de placer y asombro. La luz entraba radiante desde la ventana de enfrente hasta la puerta. Todo permanecía al igual que la última vez, intacto pero rejuvenecido. El verano había terminado.

lunes, 16 de agosto de 2010

Lo celeste

Lo celeste nace de la insondable profundidad del horizonte, del más allá de su levante, de las tierras más al este, de sus ignotos mares, valles y montañas. Lo celeste viene arrastrando su túnica hasta este mundo llano, hollado de cenizas y rastrojos, macilento como el sol en su denuedo cada tarde, donde también cabe la sombra reverdecida de una esperanza ardiente y calma.
Lo celeste, ese lugar adonde vuelan los pensamientos más leves y pesados, sus largas colas cual cometas de palabras, las emociones que trascienden la recia cárcel de la carne y su secreto; lo celeste, red que se extiende y expande como una verdad indescifrable, arrastrando todo instante memorable, todo destello o latido superiores, dignos de la memoria primero y su postrero olvido eterno.
Lo celeste anida en las oscuras horas del sueño y de la muerte, en su urgencia de llama e incendio, en su paciente y segura marcha absoluta y triunfal sobre el ajado calendario de los muertos de los muertos, para luego renacer, triunfo de los días, más allá de todo lo vivido.
Lo celeste son tus ojos, y tu vestido a veces, y tu pañuelo que vuela por encima de los árboles, y tu sonrisa rota por el blanco de tus dientes, y tu vientre, lo celeste a veces, el insomne sueño de tu vientre que crece desde las raíces de tu sexo y de mi sexo, desde tu deseo y mi deseo, porque a veces lo celeste es el amor, y otras sin embargo, la indiferencia de los dioses.
Y lo celeste, más allá de este pobre parlamento, es la excusa que yo tengo ahora, tan sólo ahora para quererte, así, de manera tan ciega, tan ignota, tan oscura y espiralmente celeste celeste celeste, cual misterio que trasciende las fronteras de la pura carne y la materia.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Destinos

Como siempre he de inventarte esta noche:
ciudad sublime, mar ansiado, mujer oscura
y muerte clara.

sábado, 31 de julio de 2010

Horizonte

El horizonte entero cabe reflejado
en el ojo de un caballo que galopa
con crines incendiadas...

martes, 27 de julio de 2010

Palabras de tarde

Hablo de nuevo, apuesto la mirada a la tarde, la dejo vagar por entre sus somnolencias, por entre sus luces a punto de morir, sus aires como gasas, su sol en blanco, sus humedales, su tierra ocre, su laberinto de aceras grises, sus infinitos pasos, sus miradas que huyen o se recuestan, su color fugaz de pájaro herido que busca el cielo, su silencio y las palabras que nacen como frutos huérfanos para llevarnos a la boca, y alimentar algún lugar dentro de nosotros, y hacerlas nuestras, tan nuestras, irremediablemente.
Apuesto a la tarde, hablo de nuevo, me pienso, es decir pienso en todo y en nada, si eso es posible al mismo tiempo. Me siento pensar, me agoto, me lleno, huérfano de todo, solo como todos, busco las palabras de los otros, ancestrales, más allá de mí, donde existo en los otros, más allá de la matriz primigenia de la nada a la vida, más allá de la muerte en los otros.
Y me pienso: no he dejado de respirar, sigo vivo, me despierto en la noche y confuso descubro que sigo vivo, que la muerte sigue siendo una falsedad enorme, una lejanía de horizonte que no ha de llegar nunca, hasta que el mundo se acabe en un abrir y cerrar de mis ojos.
Hablo de nuevo, apuesto la mirada a la tarde, y la tarde se apaga, y apuesto mi vida, y sonrío esperando en la noche a la mañana, y pienso en ti, y en todos, y vivo, y vivo, y sumo y sigo.

martes, 13 de julio de 2010

Alucinado

Aquí dormido, callado, silencioso, abro repentinamente los ojos, me acerco al espejo, me miro, me palpo los párpados, los pómulos, las pestañas, me beso los huesos de las manos, me tiro del pelo oscuro que no se cae, lo meso. Me giro desnudo y me visto con la ropa que arropa el suelo. Vuelvo a girarme, me acerco de nuevo y me beso en el espejo. Una sonrisa empieza a surgir, como una flor de acantilado en el olvido, enajenada y roja, imposible. Salgo a la calle de una tarde larga como el tiempo, como el sueño, como el ansia. Camino las aceras de la vida repentina e inconsciente. Veo a tantos sin ver a nadie. Flor enajenada e imposible. Y sin embargo, lúcido y desarmado arribo a tu balcón, y te grito, y te llamo una, dos, tres, infinitas veces, mientras las cortinas blancas se mecen al ritmo de la brisa, hasta que tu cara sorprendida rompe la fugaz eternidad, flor blanca de arena y agua, y yo te grito, alucinado y amante, que no vamos a morirnos nunca.

jueves, 8 de julio de 2010

Mentira

(mentira. 1.f. Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa.
2.f. Errata o equivocación material en escritos o impresos. Se usa más tratándose de lo manuscrito.
3.coloq. Manchita blanca que suele aparecer en las uñas.
4.coloq. Chasquido que producen las coyunturas de los dedos al estirarlos.
R.A.E.)

¿En qué consiste la mentira de las palabras,
sus uñas manchadas?
¿En hacernos más felices? ¿Más hermosos? ¿Más siniestros?
¿O simplemente en la necesidad de no saber,
de negar la realidad de una muerte absoluta?

La tarde se abre como una flor marchita
brindándonos olores de la infancia
sueños que ya fueron
tantas muertes sin más sentido ni razón
que las del tiempo y la materia.

¿En qué consiste la mentira de tus palabras
de mis palabras en la historia construida
con la grafología del instinto
y un saber tan ciego y tan amargo
y un crujir de dedos despreciable?

La tarde es una boca de lobo
que lame a sus cachorros
es decir nuestras palabras
como puñales de afán exacto
de mentiras inmortales.

miércoles, 7 de julio de 2010

Escribo

¿Por qué escribo? -me pregunto
¿Por qué la necesidad de crear? ¿Crear el qué? ¿Para qué?
El sudor me corre desde la frente hasta las cejas, se escurre por la sien hasta los pómulos y cae sobre la mesa.
Gotas de sudor. La luz eléctrica ilumina este rincón de la noche.
Afuera los perros ladran.
¿Por qué escribo? -me pregunto
Nadie sabe si amanecerá mañana.

viernes, 25 de junio de 2010

La mesa

Él regresa a la vieja mesa, no se le conoce el rostro, aparta la silla de madera y se sienta. Apoya los codos de pana sobre el polvo que ilumina la ventana como pátina del tiempo decantado. Sus pantalones verdes también son de otra época, gastados pero dignos, sus zapatos atesoran el rastro de sus huellas y el color de la memoria. Nuestro hombre guarda el silencio que no roba a la tarde, que más allá de los alféizares se pierde en un bosque verde, profundo y vivo, donde el grito de los pájaros hace de guardián excelso de lo que no se escucha.
Las manos del hombre, ya maduras, recogen alguno de los amarillentos cuadernos de tapa negra que persisten como signos de un pasado cierto, y lo abren con la suavidad de quien guarda aún el poder del asombro.
El rostro ausente tiembla, por un segundo, una pequeña brisa levanta el polvo de la mesa que queda suspendido en el aire, atravesado por la luz ensangrentada.
Esa mesa nunca ha sido suya, pero sí esas palabras, que ya soñaban con él, en la tinta y la mano del tiempo del padre de su padre.


(Sin título)

La vida es eso que nos pasa
cuando no pasa nada.

miércoles, 16 de junio de 2010

(Sin título)

Es inevitable
querer nombrar las cosas tal y como son,
tal y como nos hacen.

lunes, 14 de junio de 2010

Coordenadas

Escribo a orillas de la tarde, sentado con los pies colgando en el acantilado de la noche, solo con luz y vino en un lugar y un tiempo llamados postmodernos, y que conforman las coordenadas de mi vida.
Escucho como llega la noche, a modo de sonidos de pájaros que mueren en un fugitivo y último vuelo, el fugaz relámpago de una bicicleta cruzando el instante, voces de personas que se apagan y desaparecen en la faz del tiempo que transcurre.
Yo sigo aquí, sentado y escrutando el horizonte abstracto del mundo, su último e imposible significado, el mío propio, mi yo más íntimo, en medio de tanto todo y tanta nada, en medio de una vida -extraño ser- que sé cuando empezó, y no sé cuándo acaba.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Instante azul

Es este relámpago azul el que me anima
el que sueña que me sueño
en otra vida

el que ama mi caída
el que también ahora a tus ojos
ilumina.

jueves, 13 de mayo de 2010

Página en blanco

Sueñas con noches largas, al filo de un precipicio blanco. Miedo a no saber volar, cansancio, pereza, urgencia que la vida da, como un tren a medianoche. Paisajes de entresueños, paisajes que se difuminan borrosos y fugaces a lo largo de la ventana de los días y los años. Siempre queda un rincón, algunos minutos para la nostalgia, algún cadáver de entre todas las horas consumidas que revela la oscura atracción hacia la muerte, cálida, también por un instante. Las mismas palabras que caen como gotas de un grifo roto, intemporales medidas de tiempo en combustión eterna. Palabras que van ahondado el hueco sobre la piedra, sobre el alma vieja y universal, y pequeña, e intangible, acá adentro bajo el pecho, un latido incandescente. Y nos queda, al final de todos los destinos, al final del tiempo y de la vida tan eternos, sólo una lágrima imperiosa, una sonrisa indestructible, y el amor, siempre el amor, más allá de todo lo que existe.

miércoles, 21 de abril de 2010

Liviano canto

Amenaza la luz con lluvia, tu rostro sucio lavado por el cielo.
Abril dudoso, de ramos de luz y flores, con sombras que se arremolinan tímidas en los rincones.
Llega el tiempo y se pausa, los relojes se contienen, y divisan y escudriñan en silencio el horizonte, tantas horas a punto de incendiarse, ahora espejismos de lo que aún no existe pero las agujas ya saben.
Todo cambia, hoy como siempre, ya olvidamos nuestro rostro de ayer, el que luchó por nosotros y ahora queda borrando huellas en la memoria.
Los pájaros se escuchan, incluso en las ciudades más hondas y oscuras, su canto llega hasta el frágil secreto de nuestro tímpano, para enseñarnos sin palabras.
Hoy me voy, más que nunca, y he de volver, inevitablemente, a estos mismos versos, zurcidos como silencio y escucha de la vida y de la luz, paraguas agitador de gaviotas y sombras, cuerda infinita del todo a la nada.
Esta primavera, como era de esperar, la luz amenaza lluvia, y los ojos sorprendidos rezan una oración que ni siquiera existe, ni tiene dios, ni versos ni palabras, y suena, tan liviana, como el canto de un pájaro.

martes, 20 de abril de 2010

Amor amor (I)

A Mercedes, siempre.
(Alegato)
Yo, que no sé más que de tus sueños,
yo que te sigo y te persigo
como un destino inevitable,
yo que aprendí de tu boca
el dulce sabor de la belleza,
y sobre tu pecho, infante cursi,
aprendí a soñar
de nuevo con estrellas.

Yo te quiero,
sin más acierto ni vergüenza,
yo apuesto contigo
mi corazón a todo o nada,
tú que eres
la luz en mi mirada,
mi esperanza y mi consuelo,
cuando vuelvo de la vida a veces
tan cansado,
y cuando vivo y vivo también
y parece, amor,
que el mundo no se acaba.



sábado, 3 de abril de 2010

a todos

...parece que la primavera, algo huraña, nos ha pillado por sorpresa...

domingo, 21 de marzo de 2010

Camino

Hoy vuelvo a mirarme en el espejo de mis zapatos sucios, me muerdo los dedos otra vez, repaso el desgarrado fondo de mis bolsillos, paso revista a mis miserias, y me beso con amor la herida. No recuerdo exactamente qué quedó a un lado del camino. Me late el corazón. Levanto la mirada, escudriño el horizonte, y sigo.

sábado, 6 de marzo de 2010

Incluso la fiebre

La fiebre atenúa la luz, brinda oscuridad a los ojos, como un tenue velo de lluvia o niebla, como la borrosa imagen de una lágrima. La tarde alarga su sombra, que se abate sobre los tejados y las cabezas, las luces comienzan a brillar, y brota el neón equívoco de los sueños. En el interior de las casas los ecos crecen, y el silencio se condensa en las estancias, mientras por los pasillos cruzan fugaces y solitarios los murmullos de islas ausentes, señales de vida en duda, urgencias que laten. El tiempo es cuestión de los relojes, de las muñecas y las agujas, de los ojos, de los labios a punto de romperse, de las miradas a la deriva de la luz, de las manos entrelazadas y sin anillos, de las venas trémulas y enviudadas, de los goces y los aullidos, de los perros también, de la voz callada, de la lengua y su carne húmeda, del sexo y la tristeza, de la risa loca, del sentir sentir sentir, de lo invisible, de lo que no se toca, del cielo ausente, de sus frágiles e impotentes dioses, y de los muertos incluso: el tiempo, el tiempo y la tarde, y la fiebre y la lágrima, de los muertos incluso.

viernes, 26 de febrero de 2010

Ni siquiera eso

No sé qué decirte, tampoco sé quién soy. Puedo darte mis señas, mi dirección, mi edad, mi sexo, mi signo zodiacal, mi día preferido de la semana, el tipo de pasta que me gusta, mis miedos, mi angustia, mi ilusión y dónde cultivo mi esperanza, el color de mis ojos, mis recuerdos de niño, lo que quise ser cuando yo sea grande, los viajes que hice, los cielos y mares que crucé, la tierra que pisé con paso más o menos firme, mi deseo, lo que nace de un profundo rincón animal, el asesino que vive en mi inconsciente y el cobarde que lo acompaña, mi instinto paternal, cómo a veces puedo ser el mejor amigo y otras me entran ganas de llorar, puedo atreverme a quedarme desnudo frente a ti con el miedo a que me dispares en el pecho, enseñarte mi posición para dormir, cómo me gusta el café con leche, el número de azucarillos, mis libros preferidos, lo que espero de la vida, lo que no me atreví a hacer y lo que sí, puedo incluso intentar decirte la verdad de lo que pienso cuando te miro, mi odio y mi amor unidos, mi crisol de realidades, cuándo sueño con palomas, plazas y un abrazo, cuándo quisiera estar tan solo en el mundo y cuando me moriría si nadie me diese la mano, puedo contarte de qué podría llegar a ser capaz, para bien o para mal, dónde nací y los aromas que me habitan. Puedo darme a ti hasta la injusticia, entregarte mi última dignidad de vivo. Sin embargo ni siquiera así podrás dar conmigo, porque soy algo mucho más allá de todo esto, que ni siquiera yo sé.

Inspiración

La inspiración es el camino al inconsciente.

viernes, 12 de febrero de 2010

Sexo literario

Recitas como Dios
me dijo mientras recogía los libros de la cama
y encendía un cigarrillo de la mesita de noche.

Tú también
le contesté y seguí
limpiando los restos del orgasmo entre las páginas.

domingo, 7 de febrero de 2010

Sabidurías

No sé si sabes que yo supe que sabías
aquello que yo sé desde que sabes
que yo he de saber
inexorablemente
todo lo que sepas.

martes, 2 de febrero de 2010

Wanted

Para encontrarme he decidido asaltar con sigilo mi casa, abrir silenciosamente todas las puertas, y escrutar casi a oscuras todas las estancias. Luego al alba descorreré las cortinas, para que la luz de la mañana ilumine delatora todas las dudas y rincones que hayan podido quedar intactos.
Entonces proseguiré por la cocina, atisbaré entre armarios y cajones en busca de alguna huella de mi vida, empezaré por el azúcar y el café, galletas e infusiones, conservas varias y al fin el frigorífico; los aromas siempre esconden recuerdos, alguna picante pista o una agridulce nostalgia ya caduca; no guardo sin embargo muchas esperanzas en los guisantes congelados o similares provisiones bajo cero.
En el aseo sólo me interesa el cepillo de dientes y la máquina de afeitar, y el olor de las toallas, y los restos de mi rostro en el espejo.
Al llegar al dormitorio es posible que el sueño comience a vencerme, y tras palpar a ciegas el íntimo tacto de las sábanas, y mirar debajo de la cama, abriré el armario y memorizaré los colores de todas mis camisas, y me acostaré, arropado hasta los labios, para descansar un poco de mí mismo y de la vida.
Y si todo sale según lo planeado me despertaré, y acabaré de nuevo en el salón, haré café y abriré algún paquete de galletas, y sentado en ese viejo hueco que el sofá me hizo con el paso de los años, pensaré que todo ha sido un sueño.

jueves, 28 de enero de 2010

Algo así

Era enero, un cielo gris y húmedo, algunos kilómetros más cerca de la infancia, la lejanía del horizonte cuando se incendia, una metáfora, las calles y olores de una ciudad secreta, sus luces, su silencio, sus voces repetidas por cientos de bocas y lenguas y dientes.
Era tu rostro, algo así como el recuerdo de unos ojos confiados y escondidos tras una taza de café, el aire fresco de cualquier mañana blanca, la respiración ausente de tu cuerpo desnudo y también ausente al otro lado de la cama.
Era el momento en el que escribo con la cabeza en otra parte, en otro tiempo futuro, en un salto al vacío con red de pasado. Es este cigarrillo ardiéndome en los labios, este presente que consumen mis latidos, este saberte cerca al otro lado del teléfono.
Es esta cena de ensalada, esta digestión frugal, esta felicidad en vilo cuando felicidad es algo más que una palabra y es algo así como un misterio, como un enero tan distinto, y un contingente proyecto de futuro.

miércoles, 20 de enero de 2010

Tú misma

Amabas las calles y los nombres, los rostros y las palabras caídas como lágrimas, los labios y esa forma de saludar con un imperceptible movimiento de vértebras y cráneo. Las sonrisas, un sinfín de ábacos y colores para ordenar el mundo, el viento y las semillas y una luz atravesando el espacio hacia tus ojos.
Duermes con la desnudez que da la infancia, y puedo ver aún tus párpados azules como pozos callados donde crecen los sueños, enredaderas y pájaros, multitud de secretos entre aceras y parques, cientos de palabras que brillan como gotas de lluvia o piedras preciosas. Afiladas pestañas te defienden, y eres la metáfora o el símbolo de una nostalgia que florece, susurro del mar que llevas dentro, caracola blanca que perdura eterna en la memoria.
Ahora eres algo más que esa plenitud sonora que atesora el silencio, algo más que el tiempo interminable más allá del olvido y la ceniza, algo más que yo y que tú en este instante, algo mucho más que todo esto, algo que no alcanzo y que reside en el último confín de la esperanza.