Volver a caminar por el sendero
oscuro y transido de las eras,
rememorar el murmullo amarillo
del viento entre los trigos,
el humilde y estoico
tacto en sus espigas.
Recobrar la ciega luz
que fluye aún en la sangre
de las horas,
el silente fruto y la harina fina
que entrevera la carne
en la que habitas.
Los pájaros
dueños de la tarde regresan
-y es volver-
a sus primeros y últimos
y repetidos y únicos
nidos
mientras la noche va
durmiendo todas
las raíces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario