domingo, 3 de abril de 2016

Los dedos

La página en blanco, el papel, el lápiz,
la mina dócil que se deja vencer y va dejando
el rastro al capricho de la mano
de su sangre mineral, de su sangre oscura, de su alma.
Mientras otro alma y otra sangre
dan vida y articulan estos dedos:
su piel, sus huesos, su carne,
toda la pasión
que en esencia los engendra.
Y quisieran huir
estos dedos de si mismos,
del brazo que los articula,
de la ceguera que desde la cabeza
les marca sus pasos.
Quisieran deshacerse de tanta torpeza
los dedos y salir volando
con pequeñas alas blancas o negras
que les nacieran a los lados de cada falange.
Así libres podrían
escribir entonces sin miedo
a equivocarse,
con toda su auténtica pasión
hecha vuelo,
con su propia sangre.

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