sábado, 5 de marzo de 2011

A medio camino

  Sentado ante la mesa negra el niño escribe y escribe sin mancharse las manos, dibuja con los labios mudos las palabras que van coloreando sus ojos, el niño escribe y escribe, inventa y sueña, el niño sobre la mesa negra, con viejas fotos en las paredes que la mañana ilumina más allá del cristal que las protege. Sus dedos a tientas no temen, conocen bien el camino, sin miedo se abalanzan sobre el paisaje, y suenan las teclas negras, sobre la mañana y el mundo lejos, suenan y suenan las manos del niño que ya no se mancha las manos, manos que aún recuerdan el tacto de los lápices, de las ceras y la tierra, manos viejas de un niño que se mesa la barba, y por un momento se siente perdido, a medio camino de su infancia y un poema.

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