martes, 13 de julio de 2010

Alucinado

Aquí dormido, callado, silencioso, abro repentinamente los ojos, me acerco al espejo, me miro, me palpo los párpados, los pómulos, las pestañas, me beso los huesos de las manos, me tiro del pelo oscuro que no se cae, lo meso. Me giro desnudo y me visto con la ropa que arropa el suelo. Vuelvo a girarme, me acerco de nuevo y me beso en el espejo. Una sonrisa empieza a surgir, como una flor de acantilado en el olvido, enajenada y roja, imposible. Salgo a la calle de una tarde larga como el tiempo, como el sueño, como el ansia. Camino las aceras de la vida repentina e inconsciente. Veo a tantos sin ver a nadie. Flor enajenada e imposible. Y sin embargo, lúcido y desarmado arribo a tu balcón, y te grito, y te llamo una, dos, tres, infinitas veces, mientras las cortinas blancas se mecen al ritmo de la brisa, hasta que tu cara sorprendida rompe la fugaz eternidad, flor blanca de arena y agua, y yo te grito, alucinado y amante, que no vamos a morirnos nunca.

5 comentarios:

  1. Quiero ser tú. Ser enajenado, imposible y nunca morirme. Estar en ti.

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  2. ...alucinado y amante, que no vamos a morirnos nunca.

    Ah! qué gesto!

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  3. nunca es mucho tiempo. Pero eso a quién le importa ahora.

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  4. Y nunca morirán, porque quien vive momentos como ése, vive, en esencia, la eternidad.

    Hermoso texto, para no variar.
    Un beso.

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  5. Qué enfermedad esa del amor. O eso dicen.

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