lunes, 14 de junio de 2010

Coordenadas

Escribo a orillas de la tarde, sentado con los pies colgando en el acantilado de la noche, solo con luz y vino en un lugar y un tiempo llamados postmodernos, y que conforman las coordenadas de mi vida.
Escucho como llega la noche, a modo de sonidos de pájaros que mueren en un fugitivo y último vuelo, el fugaz relámpago de una bicicleta cruzando el instante, voces de personas que se apagan y desaparecen en la faz del tiempo que transcurre.
Yo sigo aquí, sentado y escrutando el horizonte abstracto del mundo, su último e imposible significado, el mío propio, mi yo más íntimo, en medio de tanto todo y tanta nada, en medio de una vida -extraño ser- que sé cuando empezó, y no sé cuándo acaba.

2 comentarios:

  1. Me gusta tu reflexión pero la encuentro algo alicaída, quizás por culpa de la incógnita acerca del significado del mundo. No sé si tu alusión a tanto todo y tanta nada evoca un poema de José Hierro. El caso es que casi entramos en el solsticio de verano. Tiempo de hogueras y de brujas. El vino debería servir para darnos ánimos. En caso contrario, por muy postmoderno que sea ese local, me temo que no está a la altura de las circunstancias. Un abrazo.

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  2. Ah... qué sensación tan similar en las noches repasadas del verano como apuntes de la adolescencia.

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