miércoles, 14 de octubre de 2009

En la oquedad del horizonte

Caminabas tan lenta que el mundo se hizo tarde, incendiado y silencioso, quemando las huellas a tu paso; el crepúsculo vino de abajo a arriba, convirtiendo el paisaje en una suerte de sueño escarlata, mientras de tu pelo rojo surgían aves migratorias, inventando en su vuelo las distancias, y arrastrando la vida con su grito. Atrás no fue quedando nada, apenas un estertor de olvido en la oquedad del horizonte.
Caminabas tan lenta que el mundo se fue alejando, con tus pájaros y su cielo, para dejarte a ti como estatua de ceniza entre todo lo vivido.
Ahora aquí también sobrevuelan aves extrañas el cielo, y gritan vivas el éxtasis de lo que existe, con las puntas quemadas de sus alas, y vivos cabellos rojos en sus picos.

5 comentarios:

  1. Teniendo en cuenta mis cabellos rojos no puedo más que sentirme predispuesta a que de mi pelo surjan aves migratorias que lo lleven hacia lo que existe.

    Un placer leerte, hoy más

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  2. Ya te lo he comentado alguna que otra vez; lo tuyo es la poesía.

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  3. Me sucede que, a menudo, cuando te leo, no sé qué comentar. Pondría mi boca en forma de o, tras haber aspirado hasta la h...

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  4. Amigo Moreiras, devuelvo tu amable visita a mi bitácora y comparto simétricamente tu sorpresa al descubrir la profundidad del surco que dejan tus palabras. Para ser justos, no me extrañará si algún dia discutimos sobre qué sombrero te sienta mejor. Pero en el resto de asuntos no creo que nos cueste estar de acuerdo. Un abrazo.

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  5. Caminabas tan lenta que el mundo se hizo tarde...
    Mi lectura tambien se ha detenido. Oh. (Y callo).

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