Desde el balcón, mientras escribo, pienso en ti despierta, azul y verde, porosa y suave. Pienso en tus labios rojos de carmín, en tu mordisco, en tu sonrisa atravesando, como cristales de espuma, mi mirada ausente.
Mientras cae la tarde, y ya la noche asume el mundo y sus fantasmas, pienso en ti como nunca supe, cuando aún dormía sobre tu pecho, ignorante de la muerte, feliz supongo en el silencio de un paraíso inalterable.

Nunca supe y ahora sé, mientras escribo, y cae la tarde y los fantasmas, y tú ya no roja, tú ya no azul o verde, tú dormida, tan lejos y tan cerca, sobre mi pecho.
“Llevabas cinco días muerta... al igual que yo, con una pistola sobre la mesa.”
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