Qué difícil es librarse de esta jaula
que se enreda y anuda
como yedra -entre mis dedos-
que aprieta y protege
-de la luz y del aire-
que asfixia y se alarga como boa
constrictor
a través de estas palabras
que brotan asustadas
y heridas de mi boca.
Qué difícil es buscarte -es buscarme-
entre tanto
recuerdo caduco
entre tanta
memoria salvaje
entre tanto
olvido latente.
En un último rincón
iluminado del laberinto
de tiempo y sangre te encuentro.
Y a tu lado me siento, callado te atiendo
contigo me quedo -como quien llega a casa-
niño asustado que llora, perdido y solo
ante el mundo abierto.
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